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jueves, 19 de junio de 2008



LAS BEBIDAS ALCOHOLICAS

La cultura occidental ha convertido la elaboración de las bebidas alcohólicas en un arte diverso y sofisticado. Los consumidores han aprendido a conocerlas y a disfrutar de sus ventajas, aunque socialmente se observan ciertas consecuencias como violencia, embrutecimiento e infinidad de accidentes como resultado de los excesos. El alcohol tiene poder de relajación para hacer frente a la ansiedad, mezcla con la desinhibición sentimientos tan opuestos como la extroversión y la depresión, la actividad y el sopor, o la autosufiencia con una frágil sensibilidad. Todas las personas conocen los efectos del exceso de alcohol en el organismo.

No obstante, pocos saben las consecuencias que acarrea a los alcohólicos intentar dejar de beber asiduamente. Quienes lo hicieron, experimentaron temblores y convulsiones, además de alucinaciones desagradables y una completa desorientación mental, situación conocida como delirium tremens, durante casi una semana, lo cual produce un deterioro mental irreversible en una elevada proporción de individuos. La producción de bebidas alcohólicas existe desde que el hombre conoce el fenómeno de la fermentación.

Hay evidencia de su uso y consumo por pueblos prehistóricos. En el neolítico se comienza a fabricar cerveza. Hay citas en documentos egipcios sobre su consumo (3.700-2.700 a.C.), y los hebreos dejaron constancia de su uso en la Biblia. Ya el Código de Hammurabi fijaba normas represivas contra su consumo, llegando a establecer la pena de muerte. Entre los griegos eran conocidos sus efectos, y aparece citado en innumerables obras, entre ellas la Ilíada, la Odisea, y la Historia de Herodoto. Los romanos lo consumían habitualmente, y se conoce el descontrol reinante en las orgías de los emperadores.

La fermentación y destilación natural de los productos agrícolas cedió su espacio a la destilación artificial (S. XIV), y posteriormente a la destilación industrial, que produjo una explosión en el consumo (S. XIX). Durante el primer tercio del S. XX se produjo en los Estados Unidos el fenómeno prohibicionista, con la llamada "Ley Seca" que proscribió la fabricación y venta de alcoholes; tan solo el vinagre, la sidra y el vino destinado a misa quedaron exentos de ella. Estas medidas fueron no sólo ineficaces sino además provocaron un fenómeno criminal sin precedentes.

Por estar culturalmente arraigado y por la pésima experiencia norteamericana, ningún Estado occidental optó la vía prohibicionista; las campañas de prevención tuvieron resultados desiguales
.

En EE.UU. las normas sobre venta de alcohol a menores es estrictamente limitativa, siendo su cumplimiento mucho más efectivo que en la resto de Occidente. Los países árabes poseen una legislación restrictiva del consumo de alcohol, que tan sólo puede efectuarse en locales específicos, siendo prohibido en otros. El consumo del mismo está extendido, aunque el factor religioso frena su influencia.

Efectos del alcoholismo crónico

Aparato Circulatorio. Hipertensión arterial y accidentes cerebrovasculares.

Aparato digestivo. Inflamación del esófago y del estómago, que puede ocasionar gastritis crónica; úlceras, hemorragias, pancreatitis y cánceres de boca del estómago.

Hígado. Hepatitis alcohólica y cirrosis hepática, que puede provocar la muerte.

Sistema Nervioso Central. Depresión neuronal, causa de temblores, convulsiones, insonmio, espasmos musculares, alucinaciones y lesiones atróficas del cerebro y el cerebelo.

Trastornos alimentarios. Anemia y deficiencias vitamínicas.

Trastornos psíquicos. Agresividad, crisis coléricas y deterioro de las funciones intelectuales.

Causas del alcoholismo

Las causas son muy variadas, no habiendo acuerdo científico sobre este aspecto. Los factores cultural y biológico - genético explican gran parte de la patología. Esta adicción afecta a todas las clases sociales, por lo que no es aceptable una teoría que atienda al carácter sociocultural bajo como factor predisponente a la adicción, dado que en las clases altas el consumo es extensivo. En cuanto al nivel de estudios es evidente que la falta de escolarización y cultura condiciona la adicción, pero no es específico del alcohol, sino de todas las drogas. No se puede atribuir una explicación única de las toxicomanías, ya que influyen problemas sociales tan variados como el delito, los problemas familiares, la anomia, el desempleo o la salud. La adicción al alcohol posee aspectos culturales importantes desde el momento en que el consumo es lícito y los menores, a pesar de las prohibiciones, no tienen problema para consumirlo. La publicidad y la permisibilidad aumentan el número de consumidores. El perfil etiológico del alcohólico se hizo de diversas formas, atendiendo a teorías biológicas, socioculturales, económicas, ambientales y psicológicas. Las teorías dinámicas y psicopatológicas entienden que los alcohólicos llegan a la adicción condicionados por una patología anterior, que unida a situaciones ambientales desencadenan el fenómeno. El entorno familiar puede ser determinante. Ante la situación familiar distorsionada el sujeto erige defensas psicológicas contra la ansiedad. Por otra parte, los menores tienden a seguir el ejemplo de sus mayores. Otros motivos del alcoholismo son los deseos de evasión y de autodestrucción, dado el gran número de suicidios que presenta esta enfermedad. Se han logrado importantes progresos en la comprensión de la predisposición genética al alcoholismo. Estudios hechos sobre gemelos y hermanos mellizos indican que hay más de un gen responsable de esta predisposición.

Las investigaciones no han descifrado exactamente la forma en que los genes actúan; aún se desconoce si los genes son específicamente determinantes del alcoholismo, o si interactúan en forma más general sobre el temperamento incrementando la vulnerabilidad. El éxito en el descubrimiento de los genes involucrados en la predisposición al alcoholismo ayudaría a reconocer los individuos vulnerables, y además ayudaría a prevenir y desarrollar tratamientos contra el alcoholismo.

Efectos del alcohol

Dosis de 15 a 20 cc. de etanol en bebida diluida producen bienestar, calor en el rostro por vasodilatación periférica. Aumentando hasta 34 cc. disminuyen de forma homogénea los reflejos más sencillos. La exactitud de los movimientos habituales automáticos, como andar, comer, etc., disminuye sensiblemente, aumentando los errores hasta el 40 %. Experimentos sobre la materia indican que con dosis de 11 cc. se producen errores mecanográficos, de tiro o memoria. Con alcoholemia superior a 0,25 % g./l., hay doble riesgo de accidentes, dado que el alcohol perturba los reflejos y acentúa la sensación ilusoria.

El consumo de alcohol altera la visión periférica, afectando la atención y el control motor ocular. Los estudios demuestran una disminución significativa en la capacidad de reacción ante estímulos visuales y auditivos, que explican la gran cantidad de accidentes que producen. Se ha demostrado que la convergencia visual intencional disminuye a partir de 300 mg./l. de alcoholemia y se debilita progresivamente al sobrepasar esa cifra. Entre 50 y 150 mg./l. la fusión binocular y la convergencia quedan afectadas. A 800 mg.n. es notable la dificultad para apreciar las distancias, reduciéndose la capacidad de visión binocular. La reacción auditiva disminuye en un 16 % con una alcoholemia del 500 mg/I. Respecto a la coordinación y dirección, los tests acreditan un aumento de errores y disminución en la velocidad de ejecución, con deterioro de la capacidad de atención en un 30 %. Un 0,05 % de alcohol en la sangre deprime las respuestas aprendidas recientemente, disminuyendo las inhibiciones y restricciones sociales y afectando al juicio. A un nivel de 0,10 % se narcotizan los centros cerebrales más antiguos y se dificultan relativamente la locución y la actividad motora. Un 0,20 % afecta profundamente el área motriz del cerebro y 0,30 % altera gravemente la percepción sensorial, entrando en un estado de estupor. A nivel de 0,40 % prácticamente se anula la percepción y la persona se encuentra narcotizada y en coma. Con niveles del 0,60 al 0,70 se afectan los centros cerebrales primitivos que controlan la respiración y la frecuencia cardíaca, y sobreviene la muerte. La tolerancia al alcohol se desarrolla en un periodo de entre 5 y 10 años, por lo que no puede predecirse de resultados inmediatos. Durante este tiempo, el adicto comprueba que con la misma cantidad o incluso más se obtienen menos resultados. Ello lleva a la convicción errónea de que al sufrir respuestas menores la nocividad del tóxico también lo es, entendiendo que se resiste mejor la droga. Las últimas investigaciones indican que la tolerancia se relaciona con las funciones del sistema nervioso central y con el proceso hepático. El hígado se deteriora por la absorción del tóxico, evitando parcialmente un deterioro en otras zonas del cuerpo, especialmente el cerebro. Uno de los primeros síntomas del avance de la patología son las amnesias alcohólicas que se caracterizan por ser totales, es decir, no se recuerda absolutamente nada de un periodo determinado.

No obstante, el sujeto puede realizar actividades que precisan cierta racionalización, como tratos económicos o mantener conversaciones.

La toxicomanía alcohólica sufre varias etapas hasta llegar a su cronicidad; se han descrito cuatro fases:

a) Prealcohólica: su duración oscila entre seis meses y dos años durante los cuales la bebida es usada para rebajar la tensión y aliviar el nerviosismo y la ansiedad. El sujeto comienza a sentirse diferente de sus amigos, advirtiendo un rechazo por parte de la sociedad al tiempo que aumenta el autodesprecio. Se comienza a ser consciente del problema del alcohol, pero no se encuentran soluciones y persiste el consumo.

b) Promódica: la extensión es de dos a cinco años. El alcohol pasa a ser una droga necesaria, apareciendo los primeros síntomas graves. Se manifiestan periodos de amnesia (apagones, tinieblas) y signos de lesión cerebral. Se sufren sentimientos de culpa, remordimientos, estados crepusculares. Se produce una perturbación psíquica en el agente. Se incrementan los hechos delictivos y los accidentes de tránsito y laborales.

c) De toxicomanía crucial: se caracteriza por la pérdida del autocontrol, eliminándose la capacidad inhibitoria, con conducta autojustificable del abuso del alcohol. Se pierden la autoestima y seguridad en uno mismo. El sujeto puede asumir actitudes de grandiosidad, gestos extravagantes, discursos grandilocuentes u ostentaciones, y atribuye la culpa a los demás, con signos agresivos tales como insultos y humillaciones que pueden desembocar en violencia física. La interpretación es paranoide, existiendo la sensación de persecución por los demás. Persisten la lástima de sí mismo y los remordimientos. Se pierde el interés por las cosas, excepto por el alcohol que pasa a ser el centro de la vida del sujeto. Se producen lesiones orgánicas que producen trastornos de toda la personalidad. Los celos, la conducta paranoide, la agresividad son síntomas graves de la patología mental.

d) Crónica: se produce una destrucción progresiva de la moralidad, con debilitación grave de las facultades mentales, pensamiento confuso, lento y prolongado. Aparecen las psicosis alcohólicas, las alucinosis, la depresión y los delirios. El sueño es conflictivo, con pesadillas y miedo infundado, crisis de angustia y confusión de ideas. Se asocian íntimamente al consumo y abuso de bebidas alcohólicas: muerte súbita; síndrome de alcoholismo embrio-fetal; dipsomanía; cáncer: bucal, de esófago, de estómago, de páncreas, de hígado; cirrosis hepática; coma alcohólico; intoxicación letal aguda; "delirium tremens" ; enfermedad de Wernicke o poliencefalitis hemorrágica superior; alucinosis alcohólica; demencia alcohólica; trastorno amnésico alcohólico o psicosis polineurítica de Korsakoff; enfermedad de Marcchafava y Bignami; esclerosis cortical laminar de Morel, mielinólisis; angustia; depresión con sintomatología somática; depresión secundaria en enfermedades orgánicas; y otras.

EL CIGARRILLO


La adicción a los productos derivados del tabaco es la más extendida. Su aceptación cultural considera a su consumo, en primer lugar como una fuente de placer, y en segundo como un simple vicio o mala costumbre.


Se ha determinado que los cigarrillos y otros productos de tabaco, tales como cigarros, tabaco para pipa o rapé (en polvo), son adictivos y que la nicotina es la droga del tabaco causante de adicción.

Además, se sabe que el tabaquismo es un importante causal de accidentes cardíacos y cerebrovasculares, y ocupaba el primer lugar entre los factores que provocan cáncer. A pesar de ello, millones de persona fuman tabaco en sus diversas formas, lo que hace de la nicotina una de las drogas adictivas de mayor difusión.

El tabaco proviene de la elaboración de diversas especies de plantas originarias de América, la más importante de las cuales es la Nicotina tabacum, de la familia de las solanáceas.

Según la Organización Mundial de la Salud, el tabaco crea una "dependencia psíquica fuerte y una dependencia física leve". Se acepta según esto, que es la forma más extendida de dependencia de una droga.

Los efectos nocivos son causados por los componentes del humo del tabaco, que son la nicotina, el monóxido de carbono, las sustancias irritantes y los distintos compuestos cancerígenos, el principal de los cuales es el alquitrán. La nicotina es extremadamente adictiva. Actúa como estimulante y sedante del sistema nervioso central. Su ingestión tiene como resultado un estímulo casi inmediato porque produce una descarga de epinefrina de la corteza suprarrenal. Esto estimula el sistema nervioso central y algunas glándulas endocrinas, lo que causa la liberación repentina de glucosa. El estímulo va seguido de depresión y fatiga, situación que lleva al toxicómano a buscar más nicotina. La nicotina se absorbe con facilidad del humo del tabaco en los pulmones y no importa si éste humo procede de cigarrillos o de puros. También se absorbe fácilmente cuando se masca el tabaco. Con el uso regular, se acumulan concentraciones de nicotina en el cuerpo durante el día, que persisten durante la noche.

Por lo tanto, las personas que fuman cigarrillos a diario están expuestos a los efectos de la nicotina 24 horas al día. La nicotina absorbida al fumar cigarrillos o puros tarda solo segundos en llegar al cerebro, pero tiene un efecto directo en el cuerpo hasta por 30 minutos. Los estudios han mostrado que la tensión nerviosa y la ansiedad afectan la tolerancia a la nicotina y la dependencia de ella.

La hormona producida por la tensión nerviosa o corticosterona reduce los efectos de la nicotina, haciendo necesario consumir mayores cantidades para lograr el mismo efecto. Esto aumenta la tolerancia a la nicotina y lleva a una mayor dependencia.

La adicción a la nicotina produce síntomas de abstinencia cuando una persona trata de dejar de fumar. Por ejemplo, un estudio encontró que cuando se privaba de cigarrillos durante 24 horas a fumadores habituales, aumentaba su enojo, hostilidad y agresión, y disminuía su aptitud de cooperación social. Las personas que padecen de abstinencia también necesitan más tiempo para recobrar su equilibrio emocional después de la tensión nerviosa. Durante los períodos de abstinencia o de ansias de consumir nicotina, los fumadores han mostrado reducción de una gran cantidad de funciones psicomotoras y cognoscitivas, como por ejemplo la comprensión del lenguaje.

La mujer que fuma suele tener una menopausia precoz. La que fuma cigarrillos y también toma anticonceptivos orales tienen mayor propensión a padecer de enfermedades cardiovasculares y cerebrovasculares que otros fumadores. Las mujeres embarazadas que fuman cigarrillos corren mayor riesgo de tener niños con problemas tales como bajo peso, inmadurez y otros. Los hijos de mujeres que fumaron durante el embarazo corren mayor riesgo de desarrollar trastornos de la conducta.

La investigación de la conducta está comenzando a explicar cómo las influencias sociales, como observar a adultos y compañeros fumando, influyen en la decisión del adolescente de comenzar a fumar cigarrillos o no.

También ha mostrado que los adolescentes suelen ser resistentes a muchos tipos de mensajes en contra del tabaco. Además de nicotina, el humo del cigarrillo consiste principalmente en una docena de gases (sobre todo monóxido de carbono) y alquitrán. El alquitrán de un cigarrillo, que varía de unos 15 mg en un cigarrillo regular a 7 mg en uno con poco contenido de alquitrán, expone al usuario a una alta tasa prevista de cáncer de pulmón, enfisema y afecciones bronquiales. El alquitrán está formado por un gran número de sustancias, algunas de ellas como los benzopirenos, con acción cancerígena. El monóxido de carbono del humo aumenta la posibilidad de enfermedades cardiovasculares. Tiene una gran capacidad de combinación con la hemoglobina de la sangre, disminuyendo la capacidad de ésta para transportar oxígeno a los diferentes tejidos del cuerpo, debido a lo cual, provoca, sobre todo, trastornos de tipo nervioso y circulatorio.

Las sustancias irritantes (como la acroleína) irritan las mucosas respiratorias y son las responsables de la tos típica del fumador. Las repercusiones que el hábito de fumar tiene sobre la salud del fumador pueden ser muy graves y también pueden tenerlas los fumadores pasivos. Es un error creer que los efectos negativos se limitan a una simple irritación que provoca tos o bronquitis.

Está perfectamente demostrado que la expectativa de vida de los fumadores es más baja que la de los no fumadores, y que guarda relación con el consumo diario y con la edad en que se empezó a fumar. Adicionalmente, los problemas afectan a quienes inhalan el humo ambiental del tabaco (fumadores pasivos). Se ha demostrado que este humo causa cáncer de pulmón en los adultos y aumenta significativamente el riesgo de infecciones respiratorias en los niños y de muerte infantil súbita.